Un rotundo volumen oscuro que al tallarlo descubre un interior, brillante y luminoso. El edificio proyecta sobre la ciudad de San Sebastián la actividad artística que se desarrolla en su interior, la música.
Surge de dar respuesta a un denso y compartimentado programa de necesidades en un solar encorsetado. Esta situación condiciona a disponer del volumen máximo permitido por la normativa y a estirar la superficie de fachada al máximo para conseguir iluminar todos y cada uno de los espacios que alberga.
El volumen esculpido envuelve una valiosa pieza en su interior. El auditorio. Este se configura como corazón del edificio.
Además el edificio acoge 75 aulas acústicas de diferentes tamaños, 32 cabinas de ensayo individual, biblioteca-mediateca, archivos musicales, zonas administración y profesores y demás servicios.
El resultado, aparentemente arbitrario, es fruto de resolver meticulosamente el programa de necesidades y de adaptarnos a la geometría y condicionantes que nos impone el solar.
De la necesidad de estirar la fachada para iluminar todos los espacios, nace la distinción formal del edificio. Tres grandes incisiones tallan la pieza compacta mediante unos cortes limpios y rectos, que a modo de pantallas acústicas proyectan el brillo y el alma del edificio hacia la ciudad.
Se ha potenciado el contraste entre las fachadas que conforman el volumen exterior en color negro de alto brillo y las fachadas que conforman los patios en color dorado. Los materiales evocan con un lenguaje sutil, el acabado de instrumentos musicales.
Fotografías: Aitor Ortiz, Jorge Allende.
